24 de julio de 2009

Exposición : Los envases de ayer



Posteo hoy una gacetilla que me llegó sobre una exposición que se va a estar desarrollando en el Museo de la Ciudad (de Buenos Aires). En cuanto pueda voy y les cuento que tal está.



Parte de la historia de la ciudad está guardada en los envases de los productos comerciales de todo tipo que se compraban en las pulperías, los almacenes de ramos generales, los de barrio y las tiendas, grandes o pequeñas. Los envases prolongaban su destino original en los más variados usos posteriores; cuántas latas de galletitas han terminado de costureros en los que no faltaba el tubo de vidrio de Cafiaspirina lleno de alfileres. Otras, guardaban sólo botones de mil formas diferentes con los que jugaban los chicos, previa búsqueda de la lata en el ropero de la abuela. La muestra que el Museo de la Ciudad ofrece en esta oportunidad quiere ser un vehículo con el que conocer el vasto mundo de los envases, sin los cuales la vida diaria sería imposible, cargados de significados que trascienden su mero objetivo nos rodean e invaden nuestro mundo, algunos con el riesgo de perturbarlo. Muchos cargados de recuerdos, practicidad o belleza pueden ser hoy admirados. Resulta por demás evidente que el origen de los envases se remonta a la época en que los hombres primitivos debieron guardar sus alimentos. Recipientes naturales como calabazas, caracoles, cuernos, etcétera, sirvieron con cierta eficacia para estos menesteres. De hecho muchos pueblos aún siguen usándolos, pero la creatividad, impulsada por la necesidad, permitió la creación de recipientes y utensilios más aptos y perdurables. El uso extendido del fuego dio origen no sólo a nuevas formas de vida y a una organización social más estable sino que también hizo posible la aparición de la cerámica. Con ella, mediante la destreza del alfarero, se podían tener con cierta facilidad los objetos que las necesidades requerían. Las grandes civilizaciones (asirios, egipcios, griegos, romanos y todas las que siguieron a lo largo de la historia) aportaron sus extraordinarios logros a la imprescindible industria de los envases. Estos útiles objetos no solamente hacían posible recoger líquidos y comida sino también conservarlos ya que esto último fue vital para todas las culturas. Pero la conservación no fue un problema fácil de resolver, aun en las eras o épocas de intenso frío, que retardaban la descomposición, ésta llegaba de forma inexorable. La prueba de distintos métodos, el uso de ciertas substancias como la sal y los líquidos ácidos y, por supuesto, la cocción sirvieron para mitigar el deterioro y asegurar la subsistencia. También aquellos envases y recipientes hicieron posible el transporte de cereales, aceite, miel, etcétera y, como es obvio, el intercambio comercial. Impulsaron los viajes, las conquistas e hicieron más fácil la vida y hoy sería imposible imaginar un mundo sin ellos. El avance de las técnicas de fabricación del vidrio fue aplicado también desde la antigüedad a la creación de envases; los pomos para ungüentos y perfumes de los egipcios o romanos, sólo por citar algunos, nos siguen maravillando. Según se cuenta, en el siglo XVIII, aparecieron las primeras botellas para envasar champagne y en el siguiente se las ingeniaron para hacer recipientes de chapa de hierro con el objeto de contener alimentos, los cuales debieron ser fácil presa del botulismo. Tal como sucede con demasiados hechos, las guerras propiciaron avances que no estaban previstos, pero que la necesidad obligó a resolver. En el año 1810, año tan significativo para los argentinos, el francés Nicolás Appert realizó los primeros envasados en recipientes de vidrio practicando en ellos el vacío, lo que evitabaen gran parte la proliferación de bacterias nocivas. Pero recién a fines del siglo XIX el método descubierto por Luis Pasteur brindó seguridades efectivas ya los estudios de éste biólogo sobre la microbiología y la asepsia fueron fundamentales.

Aquí pueden ver un .pdf mas completo sobre la muestra.
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